> Necesita
la arquitecta un proyecto, el cocinero una receta, las gerencias unas líneas estratégicas y las productoras cinematográficas, un guión… Toda actividad que
pretenda culminarse con éxito necesita planificarse. Toda tarea o conjunto de
tareas necesita un plan, un proyecto, para evitar la improvisación, para
anticiparse a los imprevistos, para afrontar el día a día con el menor nivel de
estrés posible.
> Más tarde, la experiencia y la confrontación con la realidad nos permitirán innovar y dejar espacios y tiempos para el toque personal, pero la garantía de los resultados la ponen básicamente el tener en cuenta con tiempo las grandes cuestiones: qué, cómo y cuándo.
> Los docentes necesitamos, como cualquier otro profesional, planificar nuestra actividad.
> Esta planificación resulta imprescindible, por un lado, para cumplir con lo estipulado por instancias superiores y contextualizarlo en nuestro entorno, y, por otro, para alejarse del intuicionismo y del activismo.
> Es lo que denominamos planificación didáctica, que incluiría la Programación Didáctica, elaborada por los equipos docentes y CCP aprobadas por el claustro y director, y las Unidades Didácticas, realizadas por el profesorado (en necesaria coordinación con el equipo docente) para su tarea cotidiana.
> Programar es decidir.
> Programar es responsabilizarnos de la parcela que nos corresponde del proceso educativo.
> Programar es responsabilizarnos de la parcela que nos corresponde del proceso educativo.
> Si quisiéramos aproximarnos a una definición lo más completa y realista posible diremos que una programación es un conjunto de decisiones adoptadas por el profesorado de una especialidad en un centro educativo, al respecto de una materia o área y del nivel en el que se imparte, todo ello en el marco del proceso global de enseñanza-aprendizaje.
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